domingo, 20 de noviembre de 2016

¿Usa el neomachismo la causa gay para menospreciar la violencia contra la mujer?

Imagen de Eneko / Blog ‘… ysin embargo de mueve’


La respuesta es: SÍ.

El punto de partida de esta afirmación es el texto que publicamos ayer en 1 de cada 10 sobre las luces y sombras del 016 (el teléfono de atención a las mujeres víctimas de la violencia machista), los comentarios vertidos al mismo y las conversaciones que se han dado en mi página de Facebook.

Últimamente, observo con cierta inquietud cómo quienes cuestionan la violencia de género utilizan de forma interesada las nuevas realidades sociales y jurídicas que planteamos las personas lesbianas, gais, bisexuales y trans. Lo hacen para reforzar su menosprecio a la importancia (y necesidad) que tienen el hecho de que haya leyes, recursos y medios específicos y especializados destinados a la lucha contra la violencia de género, la que sufre una mujer por parte de su pareja o ex pareja hombre. “Uno de los logros de la ley integral fue comenzar a tratar este tipo de violencia atendiendo a sus propias características, porque la desvincularon del ámbito doméstico para darle dimensión social y política y enraizarla con una estructura, la de la desigualdad y el machismo, que la sostiene. Eso no quiere decir que no existan otras violencias en el ámbito doméstico o familiar y que no deban ser combatidas”. Yo no expresaría mejor lo que me decía Marta Borraz (periodista especializada en temas de género) en un mensaje directo en las redes sociales. 

Pero lo cierto es que nuestras identidades y modelos de familia están sirviendo a los neomachistas de tormenta perfecta para sembrar la duda y abrir el debate de si es justo o no que la mujeres se beneficien de una ley para ellas solas cuando hay otros que, ante situaciones supuestamente iguales, tienen que conformarse con una regulación sobre violencia doméstica. De la manera en la que dejan caer los neomachistas esta afirmación es como si quedarán desprotegidas esas ‘otras’ víctimas. Sin embargo, Charo Alises (que en 1 de cada 10 escribió sobre ‘Los derechos de las víctimas de la violencia intragénero’) puntualiza: “las víctimas de violencia intragénero no están desprotegidas ni tampoco los hombres que son agredidos por sus parejas mujeres. Como víctimas pueden pedir todas las medidas de protección del Código Penal como órdenes de alejamiento, prohibición de comunicaciones, justicia gratuita, indemnización por ser víctima de un delito violento, etc.”

Impregnar en la sociedad la duda de que los miembros de una pareja intragénero o los hombres no están suficientemente protegidos, plantar la semilla de un trato desigual, injusto y a favor de la mujer es un triunfo estratégico para aquellos que ponen todo su empeño en que se hable de “violencia” sin añadirle “de género”, aquellos que defienden que “todas las violencias son iguales”.

Pancarta del partido VOX en la manifestación del 7N (2015)

El momento de mayor visibilidad mediática de esta pretensión fue cuando se conoció (de cara a las elecciones del 20D) la propuesta de Ciudadanos en su programa electoral de equiparar violencia de género e intragénero. El fundamento era, precisamente, evitar un trato discriminatorio por motivos de orientación sexual hacia las personas LGBTI. La polémica se zanjó con un tupido velo en las siguientes elecciones, seis meses después, pero el run run está ahí.

Igualar el tratamiemto legal de la violencia intragénero a la de género sería el primer paso para ampliarlo a otras situaciones de violencia doméstica como las que sufre un hombre maltratado por una mujer. De esta forma, se borraría de un plumazo el fondo de la Ley de Violencia de Género, que como dice Gustavo “trata sobre algo estructural que se enseña y transmite generación tras generación”,  es decir unos roles de género en los que la mujer es sumisa, comprensiva y amorosa mientras que el hombre fuerte, racional y proveedor mantiene el orden de las cosas. Y entre ellos, la relación debe ser de resignación y obediencia de ella hacia él, que es quien sabe de la vida.

Destinar el 016 a todas las victimas de violencia dentro de la pareja es una manera sutil de transmitir a la sociedad que todas las violencias son iguales cuando no lo son. Quizá se pueden plantear alternativas individualizadas a cada una de esas realidades dolorosas. Comparto lo que dice Beatriz Gimeno, “toda la violencia es igual de dolorosa para las victimas e igual de injusta pero no todas las violencias se combaten igual ni responde a las mismas causas. Este es un teléfono para victimas de Violencia de Género y esa es la que ejerce el hombre sobre la mujer. No es un teléfono contra las violencias del mundo. Y hay muchas”. Sí que las hay, sí.
Es cierto que vivimos en una sociedad heteropatriarcal, tal y como en su momento escribí en este mismo blog, y como dice Toño “evidentemente la violencia intragénero puede tener parecidos o similitudes ‘culturales’ a la violencia de género pero nunca será violencia de género, ni tan dolorosa, ni causalmente ni socialmente ni en sus consecuencias ni provoca los estragos que provoca en miles de mujeres, incluso llegando al asesinato de centenares.  No se pueden equiparar las violencias que no son iguales.”

Ahora bien, llegados a este punto ¿cómo evitar que el neomachismo nos utilice a las personas LGBTI para lograr su objetivo de invisibilizar la violencia de género? Nadando contra esa corriente que no iguala sino que difumina realidades.

Esa falsa igualdad que buscan los neomachistas nos devolvería, paradógicamente, al armario al invisibilizar (también) las propias raíces de las que surge la discriminación y la violencia de la lgtbfobia. Causas, sin duda, compartidas en gran medida por las que conducen a la violencia contra la mujer pero diferenciadas por la propia interseccionalidad que representa la orientación sexual y la idéntidad de género en cada individuo y grupo social.

A quienes quieran garantizar la igualdad y no discriminación de las personas que somos lesbianas, gais, bisexuales y trans les encomiendo una tarea: leerse el proyecto de ley que presentó la FELGTB el pasado mes de septiembre (y en cuya elaboración y redactado final participamos un grupo de juristas tras varios meses de trabajo). Sin duda, es un punto de partida pero en su texto se recogen precisamente todas esas violencias que se ejercen hacia nuestro colectivo en el ámbito de la salud, la justicia, el trabajo, las fuerzas armadas, las cárceles, durante la infancia y también… dentro de nuestras parejas (violencia intragénero).

Así pues, como dice Maribel, “la violencia de género, el terrorismo machista, es el que ejerce el patriarcado sobre la mujer”, y si en algo que nos afecta directamente a las personas LGBTI es que también se ejerce por un hombre contra una mujer lesbiana, bisexual… y como subraya Nayra, mujer transexual.

El debate está servido pero no nos dejemos enredar.