martes, 19 de septiembre de 2017

¿Es necesaria una ley LGTBI?



Manifestación del Orgullo. EFE
La Ley de Igualdad LGTBI no es una ley penal ni tampoco una ley mordaza. Su texto es ambicioso, sin duda, y es cierto que su articulado recoge –como tantas normas administrativas– un régimen sancionador que debe ser afinado. Su finalidad no es castigar ni perseguir al tránsfobo, al homófobo o al bífobo, tampoco es adoctrinar a nadie. Esta Ley lo que busca es evitar las discriminaciones cotidianas e invisibles que sufren las personas por ser gais, lesbianas, bisexuales, trans o intersexuales (LGBTI). 

Tener que proyectar una ley de estas características, en esta ocasión para el colectivo LGBTI pero perfectamente planteable para otros colectivos vulnerables sistemáticamente discriminados en el día a día, debería llevar a pensar en la cantidad de resistencias que cada miembro de la sociedad transporta para que –una década después de haber logrado importantes avances legales en el reconocimiento de los derechos LGBTI– haya que ‘obligar’ a aceptar, integrar y normalizar la orientación sexual, la identidad de género y otras expresiones de género en los libros de texto, en las residencias de tercera edad, en los formularios públicos, en los catálogos de libros de las bibliotecas, en los recursos de servicios sociales, en las inscripciones de nacimiento, en la atención sanitaria, en los reglamentos de convivencia de los centros educativos... Y así, una lista de medidas que puede parecer interminable pero que, sobre todo, deja al descubierto la cantidad de espacios que a día de hoy no están libres de discriminación, de lgbtfobia.

viernes, 8 de septiembre de 2017

No soy tu bollera

Imagen de El Periódico de Cataluña
La comparación que, a finales de julio, realizó Empar Moliner entre ser gay en Marruecos y ser catalán en España no la terminé de comprender.

No solo es que en Marruecos las relaciones consensuadas entre personas adultas del mismo sexo puedan llevar a la cárcel, sino que, además, cuando los homosexuales son señalados públicamente como tales, su vida e integridad física corre un serio peligro. Las lesbianas, gais, bisexuales y trans (LGBT) marroquís que huyen de Marruecos y piden protección internacional tratan, ante todo, de salvar su vida 'contra natura' de los insultos, amenazas, denuncias, linchamientos, palizas y violaciones de sus propios hermanos, padres, madres, vecinos, compañeros... y no solo de las leyes y los agentes estatales. Una situación objetivamente muy distinta de la que vive un catalán en España.