miércoles, 19 de julio de 2017

¿Es posible el altruismo en la gestación subrogada?


Una mujer embarazada. EFE
No existe el derecho a tener hijos por mucho que alguien desee cumplir el sueño de ser padre o de ser madre. Sí existe, en cambio, el derecho de la mujer a controlar su propia sexualidad, a decidir libre y responsablemente sobre su cuerpo y a hacerlo de manera informada y autónoma, sin coacción, discriminación ni violencia. Por eso, para hablar de regular la gestación subrogada en España es necesario aceptar y respetar estas premisas. De lo contrario estaremos abriendo la puerta al lado oscuro de esa realidad, el de los vientres de alquiler.

La mayor presencia de realidades familiares protagonizadas por hombres gais ha sacado del armario una práctica transfronteriza que se venía realizando al margen de la ley desde hace décadas. Sus protagonistas eran (y son) principalmente personas heterosexuales, sin embargo, la caída del tabú de la homoparentalidad masculina ha abierto la caja de Pandora, y esta actividad se está imponiendo por la vía de los hechos, sin vigilancia alguna hacia las empresas y clínicas privadas que se lucran porque la gestación subrogada altruista, tachada de mito, no está legalmente reconocida.

lunes, 3 de julio de 2017

No a los vientres de alquiler, sí a la gestación subrogada


Imagen de archivo de una mujer embarazada en una consulta médica. EFE
¿Qué sucedería si abordáramos el debate diferenciando entre vientres de alquiler y gestación por subrogación? ¿Qué ocurriría si no diéramos por hecho que ambos conceptos describen la misma realidad? ¿Podríamos diferenciar situaciones en las que prevalece el negocio sin escrúpulos y la explotación de la mujer de aquellos otros casos en los que, de forma no lucrativa, se ofrece a gestar para quienes no pueden hacerlo? De ser así, tendríamos por un lado los vientres de alquiler y por otro la gestación por subrogación sin ánimo de lucro. ¿Tiene algún sentido diferenciar términos y, por tanto, realidades?
El debate de la gestación por subrogación se encuentra en un bucle perverso en el que, entre otras cosas, se cuestiona sistemáticamente y sin diferenciar, si las mujeres somos capaces de tomar decisiones sobre nuestras vidas y vivir en un sistema capitalista. Por supuesto que deben prohibirse todas las formas de explotación de la mujer, pero denunciarlas, perseguirlas y prohibirlas no puede convertirse en una cruzada negacionista de la soberanía que las mujeres tenemos sobre nuestros cuerpos. Soberanía que no puede supeditarse al deseo que tienen quienes quieren conformar una familia biológica, tal y como se desprende de la proposición de ley que acaba de presentar Ciudadanos.