viernes, 27 de julio de 2018

Ni insolentes ni mediáticas, a la Justicia le gustan calladas



Foto: gaelx

A muchos jueces no les gusta que salgamos pacíficamente a las calles ni llenemos las redes sociales de mensajes que apoyan a las mujeres víctimas de las violencias de género. No les gusta que se cuestionen sus decisiones ni sentir que la opinión pública les pone entre la espada y la pared. Sienten esa crítica masiva como un ataque a su independencia judicial, una especie de embestida de la que no saben zafarse cuando, en cambio, sí lo hacen de otro tipo de presiones mayores como las de la delincuencia organizada o las propias altas esferas de poder. Desde hace muchos años están inmersos en una forma de funcionar en la que el cuestionamiento es insolencia y la desobediencia se debe castigar de forma ejemplar. No comprenden a qué nos referimos cuando hablamos de Justicia patriarcal y siguen sin aceptar que juzgar y emitir opiniones de valor sobre la mujer víctima y los hechos no es ninguna forma de interpretación de la ley. Se les hace cuesta arriba juzgar con perspectiva de género porque no saben cómo aislarse de los sesgos machistas que encontramos en sus sentencias. Les extraña que feministas,  activistas y juristas (con enfoque de derechos humanos y de género) nos llevamos las manos a la cabeza, porque están acostumbrados a que sus decisiones se acaten con respeto, "aunque algunas duelan más".

jueves, 26 de julio de 2018

Hasta que la muerte os separe y el Supremo lo sentencie



Una frase categórica y trágica ha venido sellando, desde hace décadas, los matrimonios de millones de hombres y mujeres. “Hasta que la muerte os separe” es una de esas fórmulas que, aunque suene antigua, produce escalofríos al ver las cifras de la violencia machista. Esta expresión, aunque parece utilizarse cada vez menos, no es inocua y es una de las que envenena las raíces de lo que debe ser una relación libre de pareja. La falsa idea de indivisibilidad del matrimonio viene a decir que es la muerte la que pone fin al amor. Mentira. La muerte nunca es el punto de inflexión de una relación. Esta, guste o no, se acaba cuando se termina el amor, cuando la relación no es lo que se espera, cuando el sentimiento estrangula, o, sencillamente, cuando eso no es amor.

La muerte tiene muy poco que decir en cómo finaliza una relación. Más bien, nada que decir. Sin embargo, las mujeres siguen siendo asesinadas por hombres que no aceptan que ellas sean libres de irse o quedarse, de estar o marcharse, de vestir de una forma o de la otra, de tener amigas o amigos, de entrar y salir… Matar como punto y final, como ejercicio supremo de dominación sobre la mujer. Da igual que apenas haya cumplido los 20 años o, como ha sido el caso de la mujer asesinada este martes en Astorga, tenga ya los 60. No es un tema de culturas, es un tema cultural. No es un asunto de edades ni raza ni nacionalidad. Tampoco lo es de clase social. La violencia machista es un tema de adoctrinamiento, de complicidad y de impunidad.

miércoles, 11 de julio de 2018

El patriarcado contraataca


Foto: contandoestrelas vía Flickr
El feminismo no es un hechizo. Si lo fuera, la tan nombrada "perspectiva de género" ya se habría incorporado, de manera casi instantánea, al ámbito legislativo, ejecutivo y judicial. Pero no, por mucha mención que hagan y hagamos, no estamos ante una poción mágica que con solo su elixir se va a llevar todo lo malo y nos va a dejar vivir en paz. Así que no hay que llevarse a engaño. Nos siguen asesinando. Las siguen asesinando. En este país los hombres matan a las mujeres, a las que ellos creen "sus" mujeres.
En lo cotidiano (y en lo que no lo es tanto) nos toca seguir soportando, lidiando y denunciando esa "ideología y perspectiva patriarcal" que todo lo impregna. Esa que quiere controlar la libertad sexual de las mujeres y expropiarnos de la igualdad porque la siente como amenaza. Esa que se niega a ceder un terreno que no es suyo, un lugar que no le pertenece y que solo corresponde a la mujer. Esa que se hace hueco con sus mentiras informativas y con decisiones legales e injustas gracias al dopaje de un sistema machista que no da su brazo a torcer ni tampoco quiere comprender porque eso supone que tiene que desaprender.

viernes, 6 de julio de 2018

Ni es tu bandera ni soy tu juguete


Ahora es Orgullo como podría ser Navidad. Ame a quien ame, en Madrid se me quiere. Las tiendas de todo a cien, las pizzerías de comida rápida, los restaurantes de mesa y mantel, los kioscos de prensa, los ultramarinos, los puestos de pipas, las pequeñas y las grandes marcas y hasta los que venden recipientes de reciclaje de vidrio… me quieren. La presunción de cis-heterosexualidad ha saltado por los aires otro año más y, durante 15 días, quienes somos bolleras, maricas, bisexuales y trans existimos.
Amemos a quien amemos, e incluso si no amamos y en el mejor de los casos solo follamos, protagonizamos este boom estacional de lo gayfriendly. Las tiendas, comercios, restaurantes, bares, negocios y medios de comunicación hacen como que se rinden a nuestros pies y están 'súper a favor' de la no discriminación. Todo es 'Orgullo Gay'. Por cierto, si quieren ser friendly, de verdad, han de saber que en el colectivo hay mucha más diversidad sexual, de género y familiar que la que abarca el término gay e, incluso, que la que las propias siglas pueden mostrar.