viernes, 27 de junio de 2014

Nadie está a salvo: Día del #OrgulloLGBTI


Día del Orgullo en Copenhague 2012 /© Søren Malmose.mail@malmose.com


Cuando en alrededor de 80 países del mundo las relaciones entre personas del mismo sexo se criminalizan y se castigan con penas de cárcel y/o castigos físicos, hay motivo de preocupación. Y si las leyes de 10 de ellos permiten condenar con pena de muerte a las personas homosexuales o transexuales, hay motivo de preocupación.

Cuando desde el 2008 en 61 países se han cometido al menos 1.509 homicidios de personas transgénero (casos que se hayan podido documentar), hay motivo de preocupación. También cuando en el mismo corazón de Europa un total de 20 países de Europa exigen la esterilización de las personas transgénero para conseguir el reconocimiento legal de su identidad de género.

Igualmente nos preocupan los Estados que, a pesar de no criminalizar las relaciones entre personas del mismo sexo, se prohíbe el acceso a información objetiva a los menores de edad imponiendo una visión única de la orientación sexual y la identidad de género.

Cuando las marchas del Orgullo se prohíben o tienen que celebrarse bajo estrictas medidas de seguridad para evitar que las personas que acuden a ellas haciendo uso de su libertad de expresión sean agredidas por grupos ultraconservadores, hay motivos de preocupación.

Cuando los Estados no investigan ni juzgan los crímenes de odio que se cometen contra las personas lesbianas, gays, bisexuales, personas tras e intersexuales —o lo hacen sin la diligencia debida—, hay motivo de preocupación.

Cuando las autoridades toleran o dan cabida a la violencia sexual contra las mujeres transexuales y lesbianas a través de las denominadas ‘violaciones correctivas o de castigo’, hay motivo de preocupación.

Cuando las familias bajo la presión de los valores culturales, tradicionales o religiosos de una sociedad o grupo social, asesinan a sus hijos e hijas para restituir el honor de la familia, hay motivo de preocupación.

Los líderes políticos y/o religiosos instigan al rechazo y a la violencia hacia las personas LGBTI asociándolas con la enfermedad, la pederastia, las catástrofes naturales, el imperialismo occidental o la brujería, nos alarman. También los Estados, instituciones y religiones que enseñan a odiar a los niños y a los adultos a aquellos que son diferentes como son las personas con una orientación sexual e identidad de género distinta a la ‘mayoritaria.

Si en un país como España, estandarte de la igualdad, hay un total vacío de contenidos obligatorios sobre homofobia y educación sexual en el actual currículo educativo, hay motivo de preocupación. 

Y la orientación sexual y/ la identidad de género, real o presunta, se utiliza para intimidar, amenazar, extorsionar, acosar, agredir, torturar y matar, hay motivo de preocupación.

Nadie está a salvo cuando los gobiernos utilizan de forma ilegítima las leyes para sancionar la elección individual de las personas y controlar su sexualidad. Precisamente, la obligación de los Estados es garantizar que ningún tipo de discriminación por motivos de orientación sexual y/o identidad de género dé lugar a violaciones de derechos humanos. Y cuando no es así, para Amnistía internacional no hay suficientes motivos de celebración.

miércoles, 4 de junio de 2014

El patito feo

Publicado en el blog 'Más de la Mitad' de 20 Minutos

Johanna Izurieta, durante una reciente visita a Barcelona. Imagen: Pablo Tosco / Oxfam Intermón


‘No hay nada más rebelde que ser mujer’ declara con firmeza y convicción Johanna Izurieta, coordinadora de la Fundación Yerbabuena de Ecuador. Para ella ser mujer es una opción política, una rebelión contra todas las formas machistas que desde el mismo núcleo familiar tienen lugar en su país. Datos de la ONU indican que Ecuador está entre los países con más violencia contra las mujeres, y según la ‘Primera Encuesta Nacional de Relaciones Familiares y Violencia de Género contra las Mujeres’ a mujeres ecuatorianas de 15 años en adelante, el 61% de mujeres ha sufrido algún tipo de violencia de género a lo largo de su vida y una de cada 4 es sometida a algún grado de violencia sexual.