viernes, 22 de junio de 2018

No sé si nos toman por idiotas o ya es un asunto personal


De: Fotoenmovimiento.org
El auto de puesta en libertad a los miembros de ‘la manada’ está siendo interpretado como un agravio al sentido común y una ofensa al sentir popular. Más allá de esto, desde una lectura jurídica, volvemos a comprobar el caso omiso que se hace a la palabra de la víctima, a la defensa de sus intereses, a la perspectiva de género y a la necesidad de cambios procesales que incorporen los peritajes psicológicos a la hora de valorar la reincidencia en los casos de violencia sexual.
Además, existe en este auto -como pasaba con la sentencia de este mismo tribunal- una disonancia total entre los motivos que se detallan para pedir que se prorrogue la prisión y lo que finalmente se dice en su resolución. Esta vez, la fundamentación jurídica -ajena a lo que plantean las partes que representan a la víctima- termina construyendo de forma paralela una realidad que da por hecho que lo único que se discute es si debe aplicarse automáticamente la continuidad en prisión. Y esto no es verdad. Ninguna de las partes que se opone a la libertad provisional plantea que los miembros de ‘la manada’ sigan en la cárcel porque sí, por el solo hecho de que haya una condena.

lunes, 18 de junio de 2018

La adopción no es el placebo de la gestación subrogada



Hay quien señala la adopción como la vía a la que tendrían que acudir las personas y parejas que, deseando formar una familia, están usando la gestación subrogada para ser padres y madres. Al hacerlo olvidan o ignoran que la finalidad de esta figura jurídica (sea la adopción nacional o internacional) no es dar respuesta a los deseos de formar una familia por parte de quienes no pueden tener hijos biológicamente por sí mismos. En una especie de afán por señalar el individualismo y egoísmo que supuestamente motiva a quien acude a la gestación por sustitución, se contribuye (seguramente sin querer) a desfigurar una medida clave para la protección jurídica de las niñas y niños que se encuentran en situación de desamparo. La adopción, afortunadamente, no está para hacer realidad los sueños que un adulto pueda tener de ser papá o mamá. En todo caso, si se trata de hacer realidad sueños son los de los chavales más vulnerables que no encuentra los abrazos, la ternura y el hogar en los centros donde viven.
Ahora que se vuelve a abrir el enconado debate sobre los vientres de alquiler y la gestación subrogada es importante reclamar la identidad propia que tiene la adopción antes de que unos y otros la sigan usando como arma arrojadiza o escudo protector. Igual que no sirve que las detractoras a ultranza de los vientres de alquiler manden a adoptar a quienes quieren ser papás o mamás y no pueden hacerlo por sí mismos biológicamente, tampoco es de recibo que quienes quieren acudir a la gestación señalen como excusa para hacerlo que la vía de la adopción presenta dificultades insalvables y plazos inaceptables. Ambas partes se confunden, la adopción no es la sustitución de la gestación por subrogación. La adopción es otra cosa.

lunes, 11 de junio de 2018

Las feministas blancas comemos fresas

Las mujeres denunciantes, este lunes ante la Inspección de Trabajo en Huelva
Hace unos días, un representante marroquí de una organización LGBTI me recriminó que desde el feminismo de las blancas apenas nos estábamos movilizando para apoyar a sus compatriotas, las temporeras que recogen la fresa en los campos de Huelva. En las últimas semanas ha sido su testimonio, el de decenas de mujeres, el que ha puesto al descubierto la explotación laboral que padecen, pero no solo. Junto a las indignas condiciones laborales que sufren relatan situaciones de hostigamiento, violencia sexual, chantaje, agresiones físicas, insultos y vejaciones. ¿Por parte de quien? Obvio, de sus superiores. Tras este tirón de orejas me quedé pensativa y no tuve más remedio que asentir. Así es, las feministas blancas (quitando notables y admiradas excepciones) no hemos movido ni un pie por las temporeras marroquíes. Ni desde las redes ni desde las calles ni desde las instituciones.

miércoles, 6 de junio de 2018

Ministras sin dueño



Comparar tiene riesgos y tiene sesgos. Y entre los sesgos está que, por ejemplo, al comparar la paridad del gobierno de Sánchez con los de Zapatero aflore ese machismo que no solo juzga la valía de una mujer como no lo hace con la de un hombre, sino que termina reduciendo todo a ver quién tiene la cuota más grande. Así que, cuidado compañeros (porque los temas políticos los analizan y comentan sobre todo ellos) que si este Gobierno avanza en el concepto de paridad no es solo por la cantidad ni por los méritos de las ministras que llegan o se van, sino por algo que va más allá.
En el año 2004, cuando por primera vez llegó la paridad a la composición de un gobierno, las mujeres representaban en el Senado una cuarta parte del total (26%) y en el Congreso un poquito más, algo más de un tercio (36%). Una situación distinta a la que nos encontramos hoy donde la representación femenina alcanza a la baja el 40%. Este no es un detalle insignificante al analizar con perspectiva el tema de gobiernos y paridad. En aquel contexto, formar un gobierno donde las mujeres fuesen la mitad suponía resquebrajar una de las reglas básicas del nacionalcatolicismo y del patriarcado institucional: la política como cosa de hombres. Aquel cambio de tendencia, sin duda, tuvo su efecto propio de evolución. Marcarse como objetivo frenar la ausencia de las mujeres en los puestos de gobierno y representatividad hizo que la paridad entrase en la agenda, al menos dialéctica. Sin embargo, aquella paridad socialista terminó convirtiéndose más en un gesto que en una revolución. No solo porque el propio Zapataro terminase su mandato renunciando a la paridad, sino porque ningún otro gobierno de España se lo ha tomando en serio.

domingo, 3 de junio de 2018

Solo de paridad vive el hombre

Foto: Gaelx
La democracia, de por sí, como sistema, no garantiza la igualdad de género. Tampoco la paridad garantiza nada per sé. Sin embargo, nadie puede negar que, dentro de un sistema democrático, la meta de la igualdad entre hombres y mujeres es imprescindible y que, desde esa lógica, la composición de los gobiernos debería ser siempre en paridad. No como un gesto hacia las mujeres sino como parte del derecho a la representatividad que tenemos la mitad de la población. Sin embargo, hasta el momento, depende de la voluntad del Presidente de Gobierno (por ahora siempre varones) dejarse llevar por esa regla a la hora de elegir a sus ministras y ministros.

Cuatro décadas después de aprobarse nuestra Constitución, la realidad es que solo cuando la ley obliga se respetan (de aquella manera) las cuotas de paridad. Las mujeres seguimos siendo las grandes ausentes de los lugares donde se tejen y se toman las decisiones ejecutivas, legislativas y judiciales de nuestro país. Espacios clave para la higiene democrática como estos, están vetados a quienes no responden a un perfil: el de un hombre, blanco, hetero y cis. La conclusión no puede ser otra: la democracia también puede ser patriarcal. De hecho, lo es.