sábado, 3 de septiembre de 2016

¿No entenderán nuestro amor? ¿Acaso ellos lo entienden?


Pride de Estambul 2015
Hace algo más de una semana publiqué una entrada en la que, como defensora de los derechos humanos, expresaba mi oposición a la prohibición del burkini al entender que el motivo que llevaba a tal decisión estaba basado en el prejuicio y la discriminación y que dicha norma, lejos de respetar el principio de universalidad de los derechos humanos, directamente lo contravenía y exponía a un colectivo concreto a mayor violencia solo por el hecho de llevar una prenda de vestir o pertenecer a una religión. Tanto Naciones Unidas como el Consejo de Estado francés comparten este enfoque. No es nada extraordinario por mi parte, es enfoque de derechos humanos puro y duro.


A la entrada que escribí llegaron multitud de comentarios que -cargados de islamofobia y LGBTfobia- cuestionaban que una lesbiana pudiera defender una seña de identidad musulmana cuando esta religión es claramente contraria a los derechos de las personas LGBTI. Había quien (condescendientemente, desconozco si nos conocemos personalmente) decía que le habíamos decepcionado muchísimo. Con la misma base argumental, se confrontaba el que, yo como mujer defensora de la igualdad, pudiera estar a favor del uso de una prenda que coloca a la mujer en una posición de inferioridad con respecto al hombre.

Quienes hicieron esos comentarios tienen un enfoque de la vida y los derechos muy distinto al mío. Respetable en todo caso mientras todo se enmarque dentro del derecho a la libertad de expresión que compartimos aunque ésta nos pueda ofender. Sin embargo, a algunos este tipo de confrontaciones les viene muy bien. Es el caso del AfD, un partido alemán relativamente joven, que viene disputando los segundos puestos de las últimas elecciones municipales en Alemania. AfD viene escalando puestos a base de propuestas como disparar a los refugiados en las fronteras para que no entren a Alemania, que se hable menos de la etapa nazi en las escuelas o medios de comunicación y que las familias autóctonas tengan tres hijos para preservar la “identidad” alemana.

En esta campaña contra los extranjeros y el Islam les hemos venido que ni pintiparado para escenificar uno de sus carteles propagandísticos en el que se confronta a una pareja homosexual con un musulmán para decir: no entenderá vuestro amor.

Para el AfD somos las futuras víctimas de este apocalipsis que se avecina sobre Europa y que protagonizan los refugiados, los musulmanes y las personas de origen extranjero. Pero es importante no olvidar que AfD es el mismo partido que dijo que las personas homosexuales deberíamos ser enviadas a la cárcel, que representamos una perversión de la moral y que nuestros hijos serán futuros criminales por tener dos mamás o dos papás. Parece que ellos tampoco entienden nuestro amor.

Si ahora nos usan como parte de su campaña contra los extranjeros y los musulmanes es porque sienten que pueden matar dos pájaros de un tiro y con ello regresar a los valores más conservadores de familia blanca tradicional. Y desde un enfoque de derechos, el discurso y la ideología de AfD nos coloca a personas LGBTI, extranjeros, refugiados y musulmanes como colectivo vulnerable. Por eso, en un enfoque desde los derechos humanos* todos podemos estar en el mismo bando.
Un último apunte debería servir para recordar que dentro de las religiones también hay personas LGBTI y activistas. Creyentes que luchan contra el integrismo de éstas y las leyes cargadas de su moralidad que adoptan determinados Gobiernos. Dos ejemplos son Túnez y Turquía, donde los activistas (también musulmanes) de los propios colectivos LGBTI exponen su vida e integridad para que no se les persiga ni criminalice. Pero también luchan en la católica Haití para sobrevivir frente a los líderes religiosos que les han llegado a acusar del terremoto más terrible que sufrió el diminuto país o en la ortodoxa Moldavia para que no se les asocie con una enfermedad que dicen que se puede curar.

Los derechos humanos son universales, los que los violan tienen nombres y apellidos y es habitual que entre ellos tampoco se entienda nuestro amor.



*Nota: Para quienes desconozcan que es hablar con enfoque de derechos humanos simplemente decirles que es hablar de Verdad, Justicia y Reparación. Es defender que todos tenemos los mismos derechos sin discriminación ninguna y señalar y denunciar la violaciones de DDHH que tienen lugar para pedir que los responsables sean llevados ante la justicia y reparadas las víctimas. Desde este enfoque, claro que se denuncian los crímenes que se comenten contra las personas LGBTI por parte de agentes estatales y no estatales, tanto en los países donde predomina el islam, la religión católica, la evangélica, la ortodoxa… El punto de partida es siempre una ley o normativa que castiga, persigue o discrimina a un colectivo vulnerable dentro de una sociedad. Y es ahí donde la orientación sexual, las creencias religiosas, el color de la piel, la clase social, las ideas políticas… en un contexto determinado lo que lleva a las personas vulnerables a ser discriminadas o violentadas.