viernes, 19 de agosto de 2016

La historia de la foto de las dos mujeres bailando un tango

Ultima foto de Ekatherina Khomenko en su red social
Ekaterina Khomenko tenía 29 años cuando la mataron.

Un trabajador de la limpieza la encontró en su vehículo la madrugada del 7 de setiembre de 2014. El motor estaba todavía en marcha. La habían degollado; un corte de cuatro pulgadas atravesaba su garganta. Ekaterina era abiertamente lesbiana y daba clases de tango a parejas del mismo sexo. En un primer momento, la policía rusa barajó, extrañamente, la hipótesis del suicido. Su interés principal, tal y como denunció su padre, era saber si Katya (como la llamaba) consumía drogas, tenía problemas financieros o tendencias auto lesivas. En absoluto barajaron la posibilidad de que hubiera sido asesinada por su orientación sexual. Como tantas veces sucede en los crímenes de odio por género, y muy habitualmente en la Federación Rusa, se sembraron las dudas antes sobre su personalidad, culpabilizándola, que sobre otros posibles motivos, más pausibles, relacionados con terceros.

Global Voices contó, en su momento, que el padre de Khomenko fue la primera persona en hablar públicamente de asesinato y no de suicido. Lo hizo a través de un comentario a la última foto que Ekaterina publicó en su cuenta de Vkontaktela imagen dos mujeres (una es ella) bailando un tango en el metro de San Petesburgo. Un gesto de respeto a la memoria de su hija y de apoyo a su labor profesional y a su orientación sexual.


Dos días después de ese comentario, un usuario de esa red social desencadenó una guerra masiva de comentarios debajo de la misma fotografía donde el padre y amigos de Ekaterina habían ido expresando su dolor y tristeza. El sujeto en cuestión llegó a afirmar que las personas homosexuales siempre mueren antes que las personas saludablesEn 48 horas llegó a dejar 48 comentarios, todos de ellos en tono homofóbico, algo que no despertó en ningún momento el interés de la policía en la búsqueda de motivaciones al crimen. No fue la única reacción homófoba ante el estupor de familiares y amigos. El grupo neonazi antigay Occupy Pedophilia (los fieles de Maxim Martsinkevich) se unió a los comentarios y celebraron esta muerte diciendo cosas tales como: todos ustedes deben ser asesinados.

Estas reacciones solo sirvieron para confirmar en la comunidad de LGTB de San Petersburgo la idea que tenían. Desde el principio aseguraron que fue la carrera de Khomenko como instructora lesbiana de tango (algo conocido públicamente) el posible motivo de su asesinato.

La legislación rusa sobre crímenes de odio -a diferencia de otras legislaciones mucho más avanzadas como la española-  no recoge los delitos que se cometen contra las personas debido a su orientación sexual o su identidad de género, reales o percibidas. Asimismo, la homofobia dentro de la Federación Rusa campa sus anchas en una sociedad que vive de espaldas a una realidad perseguida y estigmatizada por una legislación que prohíbe (y en consecuencia multa) cualquier tipo de información objetiva y expresión pública que muestre la diversidad sexual.

Los comentarios a aquella foto fueron ignorados por la policía rusa y el crimen de Ekaterina Khomenko, dos años después, no ha logrado ser resuelto ni tiene visos de que vaya a ser reabierto.

Aquella bella imagen no solo sirvió de diana a los homófobos. También, y sobre todo, dio visibilidad a un crimen y sirvió para que se iniciara una campaña de recogida de dinero que permitió dar un sepelio digno a Ekatherina. Además, internacionalmente, posibilitó que organizaciones como Amnistía Internacional se hicieran eco de una muerte que de otra forma hubiera pasado completamente desapercibida.

La cuenta de Ekaterina Khomenko en VK sigue activa. Ahora indica que tiene 31 años. Su última imagen sigue siendo la de cuatro días antes de ser asesinada. Una fotografía que es la huella de un crimen y su principal pista. Solo falta que alguien capacitado la siga.