jueves, 19 de mayo de 2016

En el fútbol las esteladas no entran pero los homófobos sí


Barcelona Gay Pride 2015 / Foto: Jordi Boixareu
Prohibir la entrada de las esteladas en el Vicente Calderón va contra la libertad de expresión, un derecho cuyo único límite es la incitación al odio o a la violencia de manera clara y objetiva. No hay ambigüedad en la aplicación de este principio puesto queno es la primera vez que se ha intentado censurar bajo el pretexto de proteger otro derecho: la dignidad de las personas, el orden público, la moral, las religiones, los símbolos patrios, la seguridad y la lucha contra el terrorismo.


La Ley contra la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte lo deja claro en su definición de actos o conductas violentas o que incitan a la violencia en el deporte (art.2):
b) La exhibición en los recintos deportivos, en sus aledaños o en los medios de transporte organizados para acudir a los mismos de pancartas, símbolos, emblemas o leyendas que, por su contenido o por las circunstancias en las que se exhiban o utilicen de alguna forma inciten, fomenten o ayuden a la realización de comportamientos violentos o terroristas, o constituyan un acto de manifiesto desprecio a las personas participantes en el espectáculo deportivo.
La adopción por parte de un gobierno de este tipo de medidas preventivas -sin que haya habido antecedentes que las justifiquen- puede (precisamente) que esté incitando a la población en general a repudiar una ideología que hasta el momento hace uso de las instituciones públicas para lograr sus objetivos. Desde un enfoque de derechos, en que estos son universales, la decisión de prohibir algo criminalizándolo ante toda la sociedad, al margen de que esta decisión luego se pueda revocar, es sembrar una semilla de hostilidad que los muy expertos podrán valorar si constituye o no una incitación al odio por ideología (categoría recién introducida por Fernández Diaz en las estadísticas de incidentes de odio del Ministerio del Interior).

Sobre cómo criminalizando algo por la vía administrativa se incita a la violencia sabemos bastante las personas lesbianas, gais, bisexuales y trans. El ejemplo maestro es Rusia, donde la propaganda de todo lo que tenga que ver con lo LGBT está prohibida con penas de multa. Está prohibición ha dado alas al sector más homófobo y transfobo a agredir, humillar y hasta asesinar a las personas que han mostrado públicamente su orientación sexual o su identidad de género. Desde hace casi una década, el Orgullo no se celebra en las calles de ninguna ciudad rusa y el último intento acabó con detenciones, días de cárcel y multas para sus organizadores.

Hay una insistencia por parte del Ministerio del Interior en criminalizar a aquellos que hacen un uso de la libertad de expresión. Una prueba es la aprobación de la Ley Mordaza y las últimas modificaciones del la Ley de Enjuiciamiento Criminal tal y como lo han puesto de manifiesto las ONG y hasta Naciones Unidas.

Y mientras uno a uno se registrará a todos los asistentes a la final de la Copa del Rey, el fin de semana pasado fue el primero en que un árbitro gay (Jesús Tomillero) no pitó un partido de fútbol al abandonar los campos por los insultos y amenazas que le vienen profiriendo los aficionados desde el pasado mes de abril. Gritos como: “te vas a hartar a comer pollas” parece que solo han causado estupor a los medios de comunicación y colectivos LGBTI porque nadie en la Federación de Fútbol ni de Árbitros ni por supuesto, desde el Ministerio del Interior ha movido un dedo para aplicar el art. 2.c):  La entonación de cánticos que inciten a la violencia, (…) o a la agresión en los recintos deportivos, en sus aledaños (…). Igualmente, aquéllos que constituyan un acto de manifiesto desprecio a las personas participantes en el espectáculo deportivo.

La gran mayoría le quita importancia a estos incidentes al tratarse de un partido de Tercera División, habrá quienes incluso defiendan que los insultos y la mofa homófoba en el fútbol a jugadores y árbitros son parte de su esencia. Pero en el fondo, el mensaje que se grita es que el fútbol no es para ‘maricones y nenazas‘, algo completamente inaceptable. A partir del domingo, el fútbol tampoco será para esteladas, siempre y cuando se mantenga la decisión de la delegación de Gobierno de Madrid, aunque la semilla ya está plantada. Y ahora es cuando me surge una extraña asociación entre libertad de expresión, LGBT e independentismo con la imagen de Rajoy ondeando en twitter la ikurriña con motivo del festival de Eurovisión.