sábado, 23 de mayo de 2015

¿Por qué lo llaman matrimonio homosexual cuando quieren decir matrimonio?


Foto captada con motivo del Referedum de Irlanda
El matrimonio homosexual no existe. Existe el matrimonio entre personas, y estas pueden ser del mismo sexo o de distinto sexo entre ellas. El matrimonio hasta donde sabemos no tiene ‘sexo’ aunque sí tiene, eso parece, ideología. Sino no se entienden las reacciones de los sectores más conservadores de la sociedad reclamando la exclusividad de esta fórmula jurídica para legalizar las relaciones entre dos personas que se aman (o que dicen que se aman). El caso es que los detractatores del matrimonio entre personas del mismo sexo argumentan que este tipo de unión va contra los valores tradicionales, y en base a esta abstracción niegan a una buena parte de sus familiares, amigos y vecinos la posibilidad de igualar sus relaciones en derechos y visibilidad, de igualarlas a las que ellos tienen.

El referéndum celebrado en Irlanda, país tradicionalmente católico, tiene su importancia. Sobretodo para aquellas y aquellos que con su resultado podrán disfrutar de cierto estatus de normalidad a través del matrimonio, del mismo estatus que disfrutan las uniones de distinto sexo. Sin embargo, permítanme la nota pesimista, que nadie se piense que con esto se acaba la conquista de derechos para las personas LGBTI. Más bien se plantean nuevos retos, e incluso se evidencian los ya existentes.

En nuestro país, -el que creemos uno de los más tolerante con las personas homosexuales, bisexuales y trans principalmente por el hecho de tener leyes que nos igualan en derechos e ‘integran’ la diversidad sexual- todavía hay muchas profesoras y profesores de colegios concertados católicos (es uno de los muchos ejemplos) que no muestran su orientación sexual o se casan con sus parejas para no ser despedidos. De hacerlo sería muy probable que esto les sucediera, tal y como lo refleja una película que les recomiendo y que narra perfectamente este tipo de casos: ‘El Amor es Extraño’. Otro ejemplo, en el mundo judicial -uno de los más conservadores de nuestro país- son pocas las mujeres, juezas o fiscales, que se atreven a reconocer que son bisexuales o lesbianas; porque haberlas (y haberlos) haylos. Hay aspectos de la vida privada de los que es mejor no ‘alardear’ (así lo nombran algunos) si quieres que tu vida profesional no se trunque inesperadamente.

Por tanto, no debemos ser ingenuos y pensar que una vez reconocido el derecho a formar una familia (tal y como recoge la Carta de derechos humanos de la Unión Europea) está todo alcanzado. Para empezar porque formar una familia para muchos, la mayoría, no es solo tener una esposa o un esposo (menudas palabrejas) sino también tener hijas e hijos. Y esta es otra de esas negativas encubiertas de prejuicios de aquellos que dudan de si a un niño le puede afectar negativamente tener dos papás o dos mamás. “No está demostrado todavía que no les afecte negativamente” -me decían el otro día en una charla- “debería esperarse a comprobarlo”. Lamentablemente, en estos temas, la ignorancia construida a base de estereotipos campa a sus anchas, y es esa ignorancia mutada en desprecio, negación y agresión las que daña a las personas LGBTl y a sus hijas e hijos.

En esa misma charla, otra persona me exponía, de manera delicada y educada eso sí, todas sus dudas y argumentos sobre la normalidad de la homosexualidad y de que ‘esas personas’ (entre las que él mismo me incluía) pudieran formar una familia. Al terminar su intervención me subrayó que esta era su opinión, y me preguntaba qué era lo que pensaba yo. Sin meditar mucho la respuesta fui directa: “Me importa poco lo que pienses tú. Lo que me importa es que si me discriminan o me agreden, el Estado me proteja, y que cuando alguien me cuestione mi normalidad o salud mental, yo tenga claro quien soy y lo que diga no me dañe”.

No crean ustedes que mi respuesta provocó en mi interlocutor una catarsis y una conversión instantánea. En absoluto. Sin embargo, si fue posible ese desencuentro y que no fuera a mayores, en gran medida se debió a que desde hace 10 años en España existe el matrimonio (sin mas calificativos) para todos las y los ciudadanos, independientemente de su orientación sexual. Y eso, se quiera o no, facilita (y mucho) que muchas las opiniones homófobas se queden en el mundo de las opiniones y los derechos LGTBI en el de los derechos de todas las personas.