jueves, 5 de noviembre de 2015

Solidarios en intenciones pero a la espera de que vengan #Refugiados



Mes y medio más tarde del primer barómetro que realizó Metroscopia para medir el grado de solidaridad de los españoles frente a la crisis de los refugiados, la respuesta es prácticamente idéntica. Una muy amplia mayoría (84%) sigue siendo partidaria de que la localidad en la que reside forme parte de la Red de Ciudades Refugio. No hay distinción ideológica al respecto, y los potenciales votantes de los principales partidos coinciden en la respuesta. Tampoco hay diferencias por edad, ni por sexo ni por ocupación laboral a esta cuestión tan global. 

La sociedad española, prácticamente ocho de cada diez, quiere que su ciudad acoja a las personas refugiadas que están por llegar en las próximas semanas.

Una pequeña contracción en el músculo de dar

Al bajar a tierra las fórmulas concretas de solidaridad, la respuesta general también es favorable si bien la tendencia ha experimentado un pequeño descenso con respecto al sondeo anterior. El 57% de los españoles está a favor de una pequeña subida de impuestos (frente al 61% de septiembre), el 68% haría pequeñas donaciones económicas (ante el 71% de la vez anterior) y por último, el 66% colaboraría como voluntario (en la anterior ocasión era el 71%).

No hay edad a la hora de ayudar

Al hacer ese inventario de las posibles fórmulas de ayuda a los refugiados -que no sean solo abrir las puertas, geográficamente hablando- los más jóvenes muestran mejor predisposición. Sin embargo, las diferencias generacionales apenas son percibibles excepto cuando se trata de colaborar personalmente como voluntario. En este caso, el 66% de los que tienen entre 18 y 34 años se muestra dispuesto a ello mientras que no llega a la mitad (dato nada desdeñable) la preferencia por parte de los que tienen más de 65 años.



No es lo mismo ayudar con dinero propio que con impuestos o como voluntario

Algo tan obvio se refleja con total claridad cuando se analiza la respuesta en la horquilla que hace referencia a la situación laboral de los españoles. Respecto a la subida de impuestos, los estudiantes (66%) son los más favorables mientras que el resto –tanto los que trabajan (57%) como lo que están en paro (53%) o en condición de jubilado/pensionista (54%)- está a favor en algo más de la mitad. Si de hacer donaciones económicas se trata, los que trabajan (70%) y los estudiantes (83%) están claramente dispuestos a ello. Algo menor, con toda lógica, es la respuesta afirmativa entre los pensionistas/jubilados (62%) y los que están en paro (60%). Por otra parte, los parados son -junto con los estudiantes- los que en proporción de tres de cada cuatro se ofrecerían como voluntario a asistir a los refugiados.



Dos modelos de atención social en función del voto

El modelo de bienestar social con el que identifican los votantes a cada partido es clave a la hora de materializar en acciones concretas la atención social a prestar a los colectivos más vulnerables, en este caso los refugiados. Los datos de opinión pública reflejan pequeñas diferencias entre unos y otros. Serían los potenciales votantes de PP y Ciudadanos los que se muestran más afines a un modelo menos garantista por parte del Estado, algo que se desprende del hecho de que sus potenciales votantes sean los menos partidarios (56% en el caso del PP y 51% en el caso de Ciudadanos) de que se efectúe una pequeña subida de impuestos; porcentaje algo mayor entre los potenciales votantes de Podemos (69%) y a los de PSOE (63%) que concuerda con una defensa del papel del Estado en la protección de los colectivos más débiles.

En cuanto a una aportación más personal, los potenciales de PP son menos generosos que el resto, y a pesar de esto representarían a dos de cada tres potenciales votantes del PP. Al frente están los de Podemos, cuatro de cada cinco se decantan por las donaciones de dinero y por el voluntariado. Ambos extremos vuelven a reflejar dos estilos de llevar a la práctica las políticas públicas en protección social.



Por último, un dato de opinión no analizado en la anterior ocasión refleja la distancia existente entre la buena predisposición de los españoles y la efectiva ejecución de esa declaración de intenciones. Solo un 6% afirma haber realizado ya donaciones personales y tan solo el 1% dice que ya se ha ofrecido como voluntario. 

Es cierto que en este momento la anunciada llegada de refugiados a nuestro país se está produciendo a cuenta gotas, pero no deja de llamar la atención que habiendo ya podido materializar su solidaridad de distintas formas, los españoles todavía permanezcan sentados esperando a que alguien les llame por teléfono para preguntarles qué estarían dispuestos a hacer.