miércoles, 28 de octubre de 2015

En Japón es mejor ser amigo de los gays que reconocer sus derechos



Parece que al activismo LGBTI japonés no le gusta nada de nada la serie televisiva que se estrenará el próximo 7 de noviembre y cuenta la historia de dos jovencísimas chicas que enamoran bajo el mismo techo de su nueva familia. Maki Muraki, portavoz de la ONG Nijiiro Diversity, advierte que la imagen sobre la homosexualidad que traslada la serie está fuera de lugar y no se corresponde a los tiempos de aceptación en Japón. El cartel promocional de ‘Transit Girl’ muestra a las dos chicas, abrazadas en la cama, sonrientes y felices, con un cartel que pone: ‘prohibido’. Eso sí todo muy pulcro, muy blanco y muy naif.


En el país del sol naciente, no hay leyes contra la homosexualidad y es algo aparentemente aceptado. A lo largo de su historia se han salvado de los envites de la religión que la califican como pecado o un tema contrario a la moral y culturalmente no ha sido censurada por medio de leyes. Sin embargo, la orientación sexual o la identidad es algo que los ciudadanos nipones esconden para evitar ser señalados y sortear la discriminación social.

Según Dentsu, la comunidad LGBT en Japón representa el 7,6% de la población (lo que lo convierte en el país de Asia con más personas LGBT ) y realizan gastos por valor de 5,94 billones de yenes al año. Pero para el 62% de japoneses afirma sin pudor “no sentirse cómodos” con la homosexualdad y más de la mitad rechaza legalizar las uniones entre personas del mismo sexo.

Es normal, por tanto, que desde el activismo LGBTI se alce la voz para decir que no resulta ni creíble ni adecuada a los tiempos una imagen de tanta plenitud en algo que conlleva, todavía, un fuerte rechazo social, y más asociándola con un eslogan que ponga ‘Forbiden’ (prohibido). Como pueden imaginar, a la productora esto le da igual puesto que es más que probable que consiga altas cuotas de audiencia, no solo por la publicidad que está teniendo su próximo lanzamiento, sino porque la edad de las protagonistas coincide con la del 70% de jóvenes de 20 a 30 años que acepta el matrimonio igualitario y es claramente gayfriendly, desmarcándose de la mayoritaria percepción negativa que tiene la sociedad japonesa de las relaciones entre personas del mismo sexo- .

Al igual que en otros países que quieren ser reconocidos con el el sello ‘gayfriendly’, los avances que se dan en Japón a favor de una mayor visibilidad no van aparejados a políticas públicas a favor de la igualdad de trato y a medidas estatales de no discriminación en la salud o el trabajo, sino más bien a los beneficios económicos y el rédito que supone el ‘fenómeno de ser amigo de lo gay’ en una sociedad de consumo. Hace pocos días, el principal operador de telefonía móvil de japón (Docomo) -antes de que el Estado nipón haya planteado ninguna medida similar- ha anunciado que ampliará la cobertura de su servicio familiar a las parejas del mismo sexo. No es la única empresa que abre su cartera de negocio a las parejas LGBTI, mercado hay y mejor tener un móvil de última generación que un trabajo en el que uno pueda mostrarse tal cuál es, pensarán muchos (y no tan lejos).

Precisamente, hace poco meses se jaleó el reconocimiento administrativo de las parejas del mismo sexo en un distrito de Tokio  (Shibuya) y esta misma semana se ha fijado la fecha (5 de noviembre) a partir de la cual se expedirán los certificados que reconocerán estas. Sin embargo, y esto es lo que preocupa y se señala desde un enfoque de derechos, esta figura administrativa no es ni matrimonio ni unión civil legal, y no tiene validez en más allá de ese distrito. Cierto que tiene algo más que un valor simbólico puesto que gracias a ese reconocimiento administrativo se evitan situaciones de discriminación cuando, por ejemplo, una persona quiere visitar a su pareja en el hospital y ser reconocido como familiar, a la hora de pedir ayudas, de solicitar una vivienda, etc. pero…

Esto no deja de ser un placebo que aplaca y evita el debate sobre si reformar el artículo de  de la Constitución que reserva el matrimonio a personas de distinto sexo o si debe darse cabida en la legislación civil a una alternativa que garantice el el derecho a casarse y a fundar una familia, reconocido en el artículo 16 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y en el artículo 23 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Político.

El riesgo de instrumentalizar ‘lo gay’ a la medida de los distritos, de las audiencias de televisión, del turismo, de las marcas,.. es que se pierden de vista los derechos de las personas más allá de su capacidad económica. La orientación sexual y la identidad de género no es una forma de divertirse o una moda juvenil, hay muchos que deben frotarse las manos al ver cómo estamos siendo utilizados y comprobar que tenemos un precio por el cuál puede dar igual si lo que se tiene es por derecho propio y circunstancial o como un derecho de todxs universal reclamable en todo momento y lugar, se tenga o no cash.