lunes, 14 de septiembre de 2015

Al final, la democracia se abrirá paso

“Yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo”
Ortega y Gasset

Por primera vez, Metroscopia ha reunido durante cinco días a catorce expertos* del ámbito de la política, la universidad y los medios de comunicación para tomarle el pulso a España. Este encuentro –que ha tenido lugar dentro de la programación de los Cursos de Verano que la Universidad Internacional Menéndez Pelayo celebra en Santander cada año- nos deja un relato del actual escenario político difícil de reproducir de manera íntegra, pero que, sin duda alguna fija cuatro mensajes claros de entre todo lo que durante una semana se dijo:

1º.- La crisis económica ha sido el detonante del malestar y el cansancio de los ciudadanos con los dos principales partidos.
 

La cuenta atrás del bipartidismo, tal y como lo conocemos hasta ahora, comenzó hace cuatro años cuando la crisis económica empezó a afectar de manera directa a importantes sectores de la sociedad española, dando lugar a un mayor incremento de la pobreza y la desigualdad. Sin la crisis económica de la que parece que estamos saliendo todo parece señalar no habría surgido Podemos ni tampoco Ciudadanos.
“Mientras la crisis esté presente en la vida cotidiana de la gente ni PP ni PSOE se recuperarán. Ese es el cordón umbilical que nos une” (Alfredo Pérez Rubalcaba).
Las mejoras en las cifras macroeconómicas o el aumento de posibilidades a la hora de encontrar un trabajo, sin embargo no han hecho que las familias recuperen la confianza en los dos principales partidos.
“La desafección en España es muy profunda, se ha suavizado pero no ha desaparecido (José Juan Toharia).
No se puede hablar de recuperación sin hablar de los daños de la crisis, decía Emilio Ontiveros. España no es un país pobre, pero es ahora más pobre, desigual y dividido de lo que era hace siete años. Si subsiste es gracias a la herencia de la prosperidad sostenida de años pasados.

2º.- Estamos asistiendo al fin del bipartidismo que no al fin del sistema democrático. 

En las elecciones Generales de 2011, los líderes políticos del PP y del PSOE llegaron con altísimo nivel de desafección ciudadana. Dos años después, en 2013, tres de cada cuatro ciudadanos (74 %) consideraban que el Congreso de los Diputados no representaba a la mayoría de los españoles. Y a pesar de que el PP y el PSOE esperaban recuperar a ‘los electores huérfanos’ cuando se celebraran elecciones, las europeas les dieron el primer aviso: eso no iba a ser así, algo había cambiado.
Las actuales estimaciones electorales de Metroscopia hablan de un casi empate entre el PP y el PSOE, y otro empate entre Podemos y Ciudadanos. En las próximas generales no parece que vayan a haber mayorías absolutas, los dos partidos más votados tendrán que buscar, por primera vez, coaliciones con formaciones no nacionalistas. La presencia de Ciudadanos y Podemos abre un escenario político en el que los pactos serán necesarios para gobernar, aunque sea en minoría.
Un hecho destacable que no tiene perspectiva de ser transitorio, es que ninguno de los dos principales partidos cuenta con el apoyo de los jóvenes entre sus votantes.
“La nueva generación ya no se siente deudora de las formas ni temores del pasado. Es más, reprochan la prudencia de los mayores” (Enric Juliana).
3º ¿Serán los partidos capaces de pactar “la España” que quieren los ciudadanos?
Al margen de edades, y de la falta de capacidad de los principales partidos para intercalar generaciones en las que se dé una interacción entre lo viejo y lo joven, los ciudadanos lo que parecen echar de menos es el espíritu del consenso y del respeto mutuo. No hay ningún síntoma en este momento de que con el escenario político que aparecerá tras las elecciones generales, se quiera cuestionar el sistema democrático. Lo que sí se cuestiona es el cómo se han hecho hasta ahora las cosas por parte de los dos grandes partidos.
Los ciudadanos quieren partidos que sean capaces de construir liderazgos basados en el consenso y no en la confrontación, capaces de construir un espacio común en el que quepan todos los ciudadanos. Los españoles lo que vienen reclamando desde hace mucho tiempo son ‘reformas’ en la vida política, también en la Constitución. Sin embargo, en España falta un relato que una a los españoles y oriente los próximos veinte años en una tarea compatible con la diversidad existente. Falta responder de manera conjunta a una pregunta clave: ¿Cuál es la España que queremos?, pero el actual clima de tensión política augura una legislatura incierta en este sentido.
Aunque lo que nos estamos jugando es tan importante que al final, a ojos de los ciudadanos, serán las propuestas razonables las que triunfarán. 
“Los españoles están a favor de manera masiva del actual sistema democrático pero también de cambios importantes de fondo y forma” (José Juan Toharia).
4º Las elecciones catalanas marcan el ritmo y la dirección de los partidos para las generales.

Los datos de los sondeos de las elecciones catalanas señalan que, tarde o temprano, habrá que sentarse a negociar en Cataluña. La mayoría de los catalanes ven este momento como un proceso que dividen en dos etapas: ahora votar sí para después decir no a la independencia. El 27 de septiembre será el momento para expresar el enfado, pero el 28S no habrán desaparecido ni los independentistas ni los no-independentistas y será necesario reorganizar la situación y llegar a acuerdos. La sociedad catalana lo que quiere es que se negocie con España.

En Cataluña, al igual que en el resto de España, los ciudadanos quieren y están preparados para la negociación, sin embargo queda la duda de si los partidos lo están. El reto que queda por delante es grande: cómo recuperar el diálogo y el espacio común de todos, cómo hacer una segunda transición.
“Cuando hay problemas en las sociedades hay realidades, abordémoslas con toda claridad. El futuro no está escrito todavía” (Antonio López Vega).