domingo, 26 de abril de 2015

Lo importante no es si yo #soylesbiana sino si tú sufres de homofobia


Ojalá bastará con decir #soylesbiana para dar por zanjada esta entrada y ponernos a celebrar el #díadelavisibilidadlésbica que tiene lugar hoy 26 de abril. Sin embargo, no todo el mundo puede lanzar ese brindis al sol.

Mirando hacia una lado, mirando hacia el otro, tengo que decir ‘#soylesbiana y he tenido mucha suerte en que, al mostrarme como tal, no he sufrido ni violencia ni discriminación alguna’; y si he sufrido esta última, les confesaré que no ha debido de ser suficiente como para detenerme ni en mi activismo ni en la búsqueda de mi propia libertad y paz personal.
Hace pocos días salieron los datos que muestran los tipos y perfiles hacia los que se dirige el odio agresivo de algunas y algunos. Lamentablemente el hecho de ser mujer dentro del mundo de la diversidad sexual (por ejemplo, ser lesbiana, aunque no solo) es una de las variables que reunía un importante número de las víctimas. En el Informe sobre incidentes relacionado con delitos en España publicado por el Ministerio del Interior se habla de todas aquellas infracciones penales y administrativas cometidas contra las personas o la propiedad por cuestiones de raza, etnia, religión, edad, discapacidad, situación de pobreza, orientación sexual o identidad de género.

De los 1.285 casos registrados y tipificados como delitos de odio, la primera posición (40%) son aquellos que vienen motivados por la orientación sexual o identidad de género de la víctima. De entre estas, son las mujeres las que son objeto principal de las agresiones, un 72% frente a un 28% de hombres. Pero si fijamos la mirada en la persona responsable de este tipo de agresiones, nos encontramos que el 97% son hombres y el resto, un porcentaje insignificante (3%), proviene de mujeres.

Una vez más, la cuestión de género se añade como ingrediente base al problema de la violencia. Hay quienes con sus ideas y creencias construyen mitos que asocian la homosexualidad/bisexualidad/transexualidad con la debilidad, el sometimiento y el control, algo que a su vez asocian como propio de la mujer y otras ‘mariconadas’.