sábado, 8 de diciembre de 2012

Más allá de los límites de la Realidad

Hay días en que me despierto desconcertada y dudando de todo, o de casi todo, que no es lo mismo pero es igual. Debe ser la edad. Por ejemplo, el otro día en la radio escuché a un ingeniero de burbujas y otras pompas hablar de un país en extinción. Lo llamó el país de Nunca Jamás. 

Parece ser que se trata de un lugar singular y sin futuro en el que los ciudadanos no quieren crecer ni madurar. Éstos -decía el experto con un tono de voz circunspecto- sólo buscan bienestar, justicia e igualdad. Y ante la coyuntura apocalíptica y existencial, lo más probable es que Nunca Jamás se vaya por el desagüe de los restos orgánicos utópicos. Sus habitantes están empeñados en vivir por encima de sus posibilidades. Por lo visto, se trata de un grupo de osados que enarbolan banderas pasadas de moda. No entienden que la gravedad del momento actual exige que los que toman las decisiones vivan conforme a su vanidad mientras que el resto debe conformarse con vivir, que ya es bastante. Unos insensatos, ciertamente.


Me alivió saber que el hueco que dejará este país lo empieza a ocupar otro más moderno y competitivo. De nombre también extraño: Ninguna Parte. No es un lugar fértil ni luminoso pero da igual porque destaca por su alta productividad. Sus habitantes no necesitan sol, y a pesar de los altos índices de infelicidad, se sacrifican por su patria sin reparo ni dudar. Cada semana donan el 80% de sus ganancias a los gobernantes, banqueros, empresarios e ingenieros de burbujas y otras pompas (no sé si añadieron lo de fúnebres, no llegue a escucharlo bien). Se trata de una sociedad altamente civilizada y sumisa que ha comprendido lo importante que es que no les falte de nada a las élites si ellos quieren ver amanecer el día después. 

Un país peculiar y ejemplar donde puedes encontrar seres realmente inverosímiles: solitarios de corazón roto, mujeres de vidas quebradas, niños de pesadillas tatuadas, viejos de memorias atormentadas y seres sin alma que no piden nada y dan las gracias porque les dejen vivir. 

Quiero averiguar qué tengo qué hacer para poder viajar hasta allí y buscarme un rincón compartido, sucio e inmundo donde no pueda vivir. Estoy cansada de estar bien y siempre he soñado con poder sufrir con razón, o sino a cuento de qué tanta terapia gestáltica. Quiero tirar por la borda mi proyecto vital y dejar de vivir deseando hacer del mundo un lugar mejor.¡Eso sí que es vivir por encima de nuestras posibilidades! Si es necesario renunciaré a mis derechos sociales pero yo tengo que ir a Ninguna Parte cuanto antes. Debe ser un lugar más allá de los límites de la realidad difícil de olvidar. Si estuviera aquí la tata Bruja Avería seguro que me acompañaría.