jueves, 28 de julio de 2011

El valor de la empatía

Si el cerebro no existe para hallar la verdad sino para sobrevivir, tal y como afirma Richard Gregory, es posible que logre entender algo de esta especie de "involución humana" en la que nos encontramos. Puede que haga hasta el esfuerzo de tratar de comprender lo que pueden estar experimentando los altos cargos de las entidades financieras, los grandes mandatarios políticos o aquellos que andan tomando un día sí y al siguiente también, decisiones un tanto alejadas de la óptica de los Derechos Humanos. Parece un concepto anticuado ¿verdad? es mucho más cool hablar de déficit y corresponsabilidad.

Sobrevivir...


Imagino que la materialización de este concepto es diferente para los 388.000 refugiados que se encuentran en el campamento de Dabaad (Kenia) esperando a que lleguen las toneladas de pasta de cacahuete nutritiva fletadas por la ONU. O para los casi 4.000.000 de somalíes (la mitad de la población) que lleva 2 décadas de guerra civil y sufre los elevados precios internacionales de los alimentos. Dice Marta Arias en el blog del "Amigo Vissible" Gonzalo Fanjul, que en algunas zonas de Somalia el precio de los alimentos ha subido hasta un 270% en tan solo un año.  


Imagino que es un concepto diferente al que debe tener el consejo de administración del Banco Santander, que ha valorado la necesidad de subierse el sueldo en un 25% a pesar de que sus beneficios cayeron un 21%. Se trata de una situación delicada, seguramente, que no sepamos captar en profundidad los de verbo fácil. Probablemente la competencia sea alta y es muy duro intentar ser el mejor. De hecho no hay que más que mirar a Repsol donde su cúpula se ha subido el sueldo un 82% después de que en el año 2010 tuvieran unos beneficios record. El Santader claramente no está a la altura.

Ricardo Siri Liniers










Por supuesto, sobrevivir es algo muy distinto para una persona sin hogar que puede llevar durmiendo en la calle los últimos 8 años de su vida y que ve pasar por delante de ella a cientos de personas que miramos hacia abajo o hacia un lado, con cara de "no te he visto aunque salta a la vista de cualquiera que estás ahí". Imagino que hay quienes piensan que para sobrevivir tan sólo se necesitan unas monedillas, un cartón de vino, alguna que otra manta, que se les lleve y se les traiga no vaya a ser que asusten a los niños, y se pasen por alto algunas de sus excentricidades mientras no levanten la voz o la mirada. Puede que ellos piensen que sobrevivir cada día en la calle tiene más que ver con perder menos la dignidad que los derechos, puesto que a medida que vas cayendo hacia abajo se es más objeto y menos sujeto. Cada día que pasa se es más "un nadie" que necesita sobrevivir.

La verdad es que puede ser normal que este mundo sea un desastre si realmente el cerebro no busca hallar la verdad sino sólo sobrevivir. Pero me resisto a creer que no sepamos discriminar cuáles son las amenazas reales y cuáles no. Imagino que una posible pista podría estar en aquello a lo que le damos valor, aquello que más seguridad nos da.
  
Personalmente, pienso que la clave está en dar más valor a algo llamado empatía. Que lejos de ser una habilidad o una competencia personal, dicen los expertos que se trata de un instinto natural, de supervivencia, que nace con nosotros y que se debe desarrollar y educar a medida que crecemos y nos vamos haciendo adultos. Pero corren malos tiempos para la educación, se anuncia un recorte del 5% del presupuesto para el curso que viene, principalmente en sueldos de docentes, además de infraestructuras y becas. Haciendo cálculos creo que son 1.800 millones menos los que tendra la educación española, qué lástima que los miembros de la alta dirección del Santander no dén clase, por lo visto han cobrado 17.807 millones de euros de enero a junio.

Habrá que buscar fórmulas alternativas para poner en valor el instinto de supervivencia de la empatía. Se van a tener que encargar los padres, las madres, los abuelos y abuelas, los vecinos y vecinas, los amigos y amigas, los padrinos y madrinas, familiares... Vaya, menudo fastidio, nos va a tocar a cada uno de nosotros y nosotras poner nuestro granito de arena. Todo sea por sobrevivir y evitar la extinción de la parte noble de la raza humana.