martes, 1 de diciembre de 2020

El resentimiento, la "propuesta cultural" de la extrema derecha

 


Sacar lo peor de la gente. Esa parece ser la estrategia de los representantes políticos y mediáticos de la derecha extremadamente alejada del centro. Afilar las viejas fobias para dibujar nuevas filias, especialmente entre los más jóvenes. Colonizar los sentimientos más esenciales, viscerales y básicos para anular cualquier atisbo de inteligencia emocional y comprensión humanitaria de la realidad, de los problemas y de los debates. Usar la mentira a sabiendas, distorsionar la perspectiva y adiestrar en la (mala) interpretación cruel de los problemas sociales, las desigualdades y las situaciones límite que viven miles y miles de las mujeres, hombres, niñas, niños y niñes, especialmente los más frágiles, con riesgo de ser golpeados por las vulneraciones de derechos. 

Aporofobia, antigitanismo, racismo, machismo, homofobia, xenofobia, clasismo, transfobia, capacitismo, fascismo... todo lo tienen a mano para hacer una bomba racimo de rechazo, desprecio y deshumanización. Ahora, también hacia las más de 200 familias que reclaman lo que es suyo de justicia: el acceso a luz y a calefacción. 

Sustituyen la empatía por la mofa, y eso en mi colegio de monjas me dijeron que es actuar como una mala persona. Ellos sabrán si son malas personas o solo se comportan como ignorantes cuando sacan punta a un reportaje de TVE sobre la falta de luz en la Cañada Real, algo que está llevando a más de 4.000 personas a una situación extrema para su salud física y emocional, entre ellos miles de niños y niñas. 

Una vez más, como todas las que inventa la extrema derecha y afines reaccionarias en otros movimientos anti-derechos, se crea una falsa polémica. Y en vez de ponerlos en su sitio, sus medios afines en su militancia anti Sánchez y Unidas Podemos, se hacen eco. Sin embargo, en esta ocasión resulta especialmente preocupante en aquellos que se dicen voz de la Iglesia, cuando no solo tienen organizaciones trabajando directamente con esas familias, sino que, en su propias páginas y secciones informativas, han dado cuenta del problema en otro tono con mucha más leal a la verdad y respeto a esas criaturas que, evangélicamente, dicen están hechas a imagen y semejanza de su dios. 

Poner el foco en la presencia de coches de alta gama en el asentamiento de la Cañada para que no se vea lo que están pidiendo centenares de familias desde hace casi tres meses -aparte de ser un acto reflejo del peor egoísmo- es desconocer toda la información seria que hay sobre este lugar en el que (mal)viven 8.000 personas desde hace décadas, completamente abandonadas de las instituciones públicas, que justifican su inacción en su propia aporofobia. Esa misma que usa la extrema derecha en su cóctel de odios y resentimientos para burlarse de que haya necesidades básicas sin cubrir entre quienes llevan demasiadas noches sin luz en medio de una pandemia, bajo la lluvia y con las temperaturas propias del frío invierno. 

Les da igual pisotear sus ya pisoteados derechos y actúan como hacen los cobardes, los que se meten brusca y grotescamente con los más débiles. Dicen lo que quieren aunque hagan daño a la democracia, a la convivencia, a la verdad y a la gente más vulnerable en  nombre de una libertad que nada tiene que ver con la que proclaman los instrumentos de derechos humanos. La suya, esa libertad, se parece cada día más a esa idea feudal, propia de la Edad Media, de que todo el orden político, económico, social y religioso ha de conservar e incrementar los privilegios en una sociedad jerarquizada y que los derechos abusivos e inhumanos están justificados si es por el bien para mantener esa pirámide de poder(es) en la que lo que menos importaba es la vida e integridad de vasallos y siervos (si bien, sin ellos, los señores feudales no hubieran podido tener y acumular toda su riqueza)

Solo el peor egoísmo, la falta de integridad personal, la codicia por el poder y una ideología deshumanizada pueden explicar las palabras de políticos de la extrema derecha y de sus voceros en medios afines cuando es obvio que urge que más de 2.000 personas, entre ellas la mitad niñas y niños, puedan acceder a suministro eléctrico para tener unos mínimos de vida adecuados a cualquier ser humano. Parece que la batalla cultural que dicen librar solo pueden ganarla en la medida en que estemos cada día más crispados, más enfrentados e intoxicados de aversiones. 

Su propuesta cultural es movilizar el resentimiento y saben, perfectamente, que esta pandemia y las crisis que conlleva son un tiempo fértil para sembrar ira y recoger donaciones y votos. Como dice el filósofo Jason Stanley "el fascismo se alimenta del resentimiento y la desigualdad genera resentimiento”. Solo por eso ya habría motivos suficientes para dar ya una solución a la Cañada Real y frenar la curva de desigualdades y la de resentimientos. Solo ganaremos ante su batalla cultural apostando por la Justicia Social. #LuzParaCañada