jueves, 17 de agosto de 2017

Si odiar se pone de moda, tú pierdes

Foto: EFE
Odiar no es un delito, y en las redes sociales ha dejado de estar mal visto. Para muchos es una nueva forma de “conversar”. Usted puede odiar todo lo que desee y expresarlo hasta ofender. Le ampara la libertad de expresión. Búsquese un avatar y un nombre ficticio que le dé seguridad. Aparente pertenecer a un grupo, cuanto más blanco, ortodoxo, normativo y feroz, mejor.

Tenga en cuenta que puede llegar a odiar hasta el infinito y más allá si insulta a feministas, musulmanes, migrantes, gitanos, defensores de DDHH, negros,.. y por supuesto, a cualquiera de los miembros del colectivo LGBT.

Es importante que usted llegue a creer que todo vale dentro y fuera de la red porque el delito no es odiar en sí. Lo es vejar, amenazar, calumniar, movilizar a la violencia… No se preocupe por los límites que para eso ya está el Ministerio Fiscal.
Odie como si no hubiera un mañana, desahóguese como lo hace Trump. Indígnese, exprésese, insulte a lo troglodita, no hace falta que utilice la ironía fina ni el sentido del humor, embrutezcase. Esté tranquilo tras su avatar que, por ahora, los insultos a colectivos vulnerables no interesan, y menos a la Audiencia Nacional. La libertad de expresión es especialmente laxa, cuando les afecta a ellos qué más da.

Lo importante, en este momento, es usted y cuanto odio pueda llegar a albergar. Riáse de los derechos humanos, de la igualdad y de quienes defienden que no haya impunidad. Riáse usted de los activistas y de la ecuanimidad. Ríase de las olas de solidaridad en las redes y ridiculice a quienes denuncian leyes injustas y quieren cambiar el mundo.

En caso de atentado escoja el bando de la raza blanca, es el mejor modo de que a usted nunca puedan llamarle terrorista, como mucho de segregacionista.

Si alguna vez tiene dudas, ponga la televisión, suba el volumen y aliniese al lado de la prepotencia, la simplificación y la injusticia. Recuerde que, tras la Crisis, esos son los pilares de quienes ostentan poder y acaparan riqueza. Piense solo en sí (ensimísmese) y haga del Odio su proyecto vital.

No olvide disfrazarlo de temor en el cara a cara, al menos hasta que pueda ofrecer su mejor versión de aversión a los moros, las bolleras, los negratas, las feminazis, los sodomitas, los perro-flautas, los sidosos, los carroñeros,.. Mientras llega ese momento resguardarse tras su avatar, las redes sociales pueden ser su verdadero hogar.

Es cuestión de tiempo que entre los ecuánimes y los justos empiecen a traicionarse. Ya polemizan las feministas cuando entre ellas se tachan de neoliberales o abolicionistas; la diversidad sexual cada vez es menos disidente y más normativa; la supremacia blanca recupera el espacio cedido tras la Segunda Guerra Mundial; las religiones han perfeccionado lo de a Dios rogando y con el mazo dando; los movimientos sociales quieren ser tsunamis, no les interesar transformar, solo quieren arrasar… Poco a poco los que antes hablaban de los derechos universales serán incapaces de mirar más allá de sus narices y tomarán partido contra alguien. Dejarán de remar a favor para echar cubos de agua a su propia embarcación.

Es cuestión de tiempo que el Odio campe a sus anchas. Y cuando eso ocurra, tu te carbonizaras en tu propia oscuridad. Serás odioso y un triste que no tendrá nadie a quien amar. Habrás perdido la liberad que te trajo hasta aquí. Serás uno más. Nadie a quien merezca la pena prestar atención. Habrás cumplido tu función. Ellos volverán a ganar… mucha pasta.