domingo, 12 de junio de 2016

¿Por qué en el club ‘Pulse’ de Orlando?

Está claro que el ataque al clubPulse Orlando responde a la motivación homófoba y el fanatismo religioso de su autor, Omar Saddiqui Mateen, de 29 años.

Confío en que no tengamos que asistir a un debate que ponga en duda la vinculación entre el ‘odio al gay’ y la versión más radical de una religión (en este caso el islam) sin necesidad de vincularla imprescindiblemente al terrorismo.

Dice el padre del autor de la masacre que no sabe qué le ha podido llevar a su hijo a actuar de esta manera. Afirma que por lo que le conoce nada tiene que ver con la religión sino con su intolerancia a los gais; y para ejemplificarlo cuenta como, hace unos meses, su hijo se enfadó al ver que dos hombres se besaban en la calle delante de su familia.


Omar Saddiqui Mateen trabajaba de guardia de seguridad y el ataque que ha cometido estaba perfectamente planificado. El objetivo era, sin duda, acabar con la vida del mayor número posible de personas LGBT. Y para ello eligió un conocido night club gay que, sábado por la noche, estaba lleno celebrando una fiesta Latina con reggeton, bachata, merengue y salsa. En la sala habría al menos 320 personas.

Cuesta creer que el autor de esta masacre eligiera solo el tipo local sin pensar en la zona donde se ubica el Pulse Orlando. Hacerlo, asociaría el hecho a un mensaje que va mucho más allá que la simple animadversión a lo gay. La zona es uno de los lugares más concurridos por la noche, también por los turistas. El pasado mes de febrero salió en los medios de comunicación porque, justo a doce minutos del club gay, tuvo lugar otro tiroteo masivo en el interior de otro night club, el Glitz Ultra Lounge (que no era LGBTI). En aquel momento en la sala había unas 300 personas, murieron dos y diez resultaron heridas. El caso del Glitz Ultra Lounge fue sumamente controvertido por la escasa actuación de la policía y porque se supo que parte de la seguridad del local estaba formada por miembros del cuerpo fuera de servicio. Dos de los tres autores de aquellos hechos fueron detenidos, ambos de origen latino, menores de 23 años y con antecedentes penales. El caso sigue sin esclarecerse 4 meses después y todo parece señalar a un ajuste de cuentas entre bandas latinas por el tráfico de drogas. Sea cierto o no, el local cerró pocos días después.

El club gay y la zona, podrían haber sido para el autor del tiroteo -y esto es una licencia que me permito- una escenificación perfecta de ese mundo donde se reúnen los infieles a pecar, que conectaría con un posible trasfondo religioso y no solo homófobo.
En el club Pulse Orlando había un número de asistentes muy similar al del club Glitz Ultra Lounge, y el resultado fue, sin duda, veinticinco veces peorEl ataque buscaba ajustar cuentas con el mundo que exhibe y permite vivir libremente a las personas LGBT. La motivación de algo tan atroz no es el simple enfado de alguien a quien le da asco la homosexualidad. Detrás de un ataque que, posiblemente, lleve a la muerte a su autor, tiene que haber una recompensa mayor que la vida, algo llamado eternidad’.

Apenas doce horas después, el Gobernador dice que “este es claramente un acto de terrorismo”, y las autoridades ya han declarado el consiguiente estado de emergencia en Orlando. Ese seguramente termine siendo el debate: ¿este tiroteo masivo es un acto terrorista?, ¿este acto motivado en el odio del fanatismo religioso es terrorismo?. Nos perdemos en el blanco o en el negro. Nos perdemos las oportunidades de abordar los motivos que alimentan este tipo de violencia y que en la mayoría de las ocasiones, tienen cobertura por los mismos medios y los mismos representantes públicos que ahora se llevan las manos a la cabeza conmocionados por el horror de lo que ha sucedido hoy.

No existe una definición aceptada de terrorismo. Ni en las convenciones internacionales ni las resoluciones del Consejo de Seguridad. Pero si atendemos a la definición que dio el Relator Especial de Naciones Unidos para la promoción y protección de los derechos humanos y libertades fundamentales en la lucha contra el terrorismo, este se podría definir como:
Los actos criminales, inclusive contra civiles, cometidos con la intención de causar la muerte o lesiones corporales graves o de tomar rehenes con el propósito de provocar un estado de terror en la población en general, en un grupo de personas o en determinada persona, intimidar a una población u obligar a un gobierno o a una organización internacional a realizar un acto, o a abstenerse de realizarlo, que constituyen delitos definidos en los convenios, las convenciones y los protocolos internacionales relativos al terrorismo y comprendidos en su ámbito.
Los crímenes que no reúnan esas características, independientemente de su gravedad, no deben ser ser objeto de legislación antiterrorista. Sin duda, esta es una de las peores masacres que ha vivido EEUU. Pero, ¿es un acto terrorista?, ¿el ISIS está detrás?. Sabiendo de su gusto por la obscenidad de la propaganda, si es así no tardaremos en saberlo. Por ahora, lo que sabemos es que es un crimen de odio motivado en un fanatismo religioso. Un crimen aplaudido por otros fanáticos islámicos, ¿quiere eso decir que ha sido organizado con una finalidad terrorista? Eso es lo que hay que esclarecer además de darlo a entender.

El fanatismo de Omar Saddiqui Mateen (nacido en Nueva York) es made in Occidente,como las armas que ha utilizado, y como las que usaron los autores de otros tiroteos masivos que han tenido lugar en Estados Unidos:
  • En diciembre de 2012, un ataque en la escuela primaria Sandy Hook en Newtown, Conneticut, que se cobró la vida de 20 niños y siete adultos. El agresor, Adam Lanza, de 20 años también murió en los hechos.
  • En abril del 2007, el tiroteo en la universidad Virginia Tech, dejando 32 personas muertas. El agresor era un estudiante de 23 años identificado como Seung-hui Cho.
  • En octubre de 1991, George Hennan, de 35 años, chocó su vehículo contra una cafetería en Killeen, Texas, y luego disparó en el lugar matando a 23 personas.
  • En julio de 1984, James Huberty, que portaba tres armas de diferentes, disparó a quemarropa en un restaurante McDonald’s en San Ysidro, California. Mató a 21 personas entre adultos y niños.
Además de la lucha contra el terror que grupos armados como el ISIS están instaurando en regiones enteras contra las poblaciones más vulnerables (entre ellas las LGBTI), hay otra lucha -más accesible por lo cotidiana- contra el terror que se inocula a través de los dogmas extremistas de la religión en nuestras propias fronteras. Dogmas que se alejan, a sabiendas, de los derechos humanos que proclaman las legislaciones de los países que las acogen y cuyos líderes, sin embargo, no aplican por los estrechos lazos que unen poder y religión (sea la que sea).

Más allá de las oraciones, están las creencias, y si a Omar Saddiqui Mateen le daban asco los gais era porque alguien le instruyó en que la homosexualidad era algo anti natural cuando en realidad, es ese odio tan feroz lo que es anti natural a cualquiera de las creencias primigenias en dios.

Descansen en paz el (al menos) medio centenar de víctimas que deja hoy el ataque al club Pulse Orlando. Por ellas y para ellas es necesario pedir Verdad, Justicia y Reparación, es decir una investigación imparcial. Veremos cuanto uso político hay.