lunes, 9 de febrero de 2015

Si eres hombre y te arrimas a los fogones, ten cuidado… puedes volverte gay


Cámara de Diputados aprueba por amplia mayoría el Pacto de Unión Civil, PUC / @Movilh 2014
Desde el pasado 28 de enero Chile se suma a la lista de países que reconocen la unión civil a las parejas del mismo sexo. Un innegable avance, sobretodo si se tiene en cuenta que para su aprobación se han tardado 11 años. Sin embargo, no deja de tener algo de preocupante que este paso pueda dejar en ‘agua de borrajas’ la aprobación del matrimonio igualitario que prometió Michele Bachelet.

A la luz de la opinión pública chilena -que en un 70 % apoya la unión civil para parejas del mismo sexo– las autoridades podrían pensar que el expediente ya está cubierto. Pero desde el prisma del derecho internacional -que recomienda el reconocimiento de la plena igualdad para evitar cualquier brizna de violencia y discriminación– esta aprobación no la reconoce al 100%. Esto no quita para que haya que reconocer el compromiso y encomieble esfuerzo del Gobierno chileno en informar del alcance de la nueva regulación de manera clara y pedagógica.


Y mientras llega el matrimonio igualitario a Chile -y muchos celebran el paso que se ha dado con las uniones civiles- hay quienes se empeñan en dar una imagen de la homosexualidad que, si no fuera por la gravedad y asiduidad de los ataques que sufre el colectivo LGBT, sonaría a chiste malo.



Por ejemplo, es el caso de la campaña de prevención y sanación en la que se ha embarcado la Iglesia Pentecostal del Renacimiento de la mano de su pastor Elías Ramirez, al que nada le falta… en su argumentación contra la homosexualidad. Y que por cierto, confunde homosexualidad y transexualidad al ilustrar su panfleto con la imagen del hijo de Cher, en un antes y un después.

Tal fue el revuelo que ‘esta publicidad’ provocó, que el propio pastor se disculpó, a su manera, en facebook…



… pero la cosa no ha quedado ahí. Hace pocos días, la misma iglesia evangelista volvió a la carga (si es que alguna vez la abandonó) y cambió el formato ‘flyer’ por otro mucho más viral: ‘titulares’ absurdos y descatalogados sobre la homosexualidad.



Todo podría resultar anécdotico, y hasta chistoso, sino fuera porque en Chile -fruto de campañas como estas- los activistas y las personas LGBTI sufren con demasiada frecuencia ataques y agresiones a lo largo y ancho del país.

De la última hemos tenido noticia a través de la web del Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh) al saber que Claudio Olivares Bigna, un auxiliar de un centro de salud familiar, falleció el pasado viernes tras permanecer 13 días en coma. Tenía 48 años, y los testigos cuentan como fue lanzado desde un coche en marcha y arrolado hasta en dos ocasiones por el vehículo. Todo sucedió en Antofagasta, al norte de Chile, y días y meses antes había recibido amenazas de muerte por ser homosexual, amenazas que decían “estoy eliminando mucha lacra y personas que no sirven para nada”. Seguramente este crimen no quedará impune debida a la gran movilización que ha provovado.

La iglesia evangelica en Chile se erige en férrea defensora del modelo de familia tradicional, algo a lo que no tenemos nada que criticar puesto que forma parte del ejercicio de su libertad de expresar ideas y creencias, por muy absurdas o alejadas de otras realidades que nos parezcan. Sin embargo, cuando en la defensa de una idea o de una creencia se discrimina, se hostiga, se persigue y se ataca a otros con violencia, la libertad de expresión toca con su propia frontera y se acaba. Es entonces cuando estamos ante los crímenes de odio. Y el odio, el crímen, la crueldad es algo que tiene muy poco que ver con ‘el amor al homosexual’ que dice promover, por ejemplo la Iglesia Pentecostal chilena. Porque más que amor, lo que queremos de las iglesias, de sus representantes y de sus adeptos más fieles y ‘obtusos’ es respeto, y si puede ser en silencio.